sábado, 26 de septiembre de 2009

Una K especial

Lo primero que pensé de ella fue “joder, qué alta es”. Se agachó para darme dos besos (midiendo yo 1,80) y me preguntó si quería un cafelito. El uso de la palabra “cafelito” me hizo sonreir y le dije que vale. Pasa pasa que te enseño el piso, y comencé a seguirla mientras ella me hacía el tour por las distintas habitaciones. Y supe por qué era tan alta. Caminaba por el pasillo con unos zapatos de tacón muy muy altos, que emitían un CLOC seco cada vez que pisaban contra el suelo de madera oscura.

CLOC CLOC CLOC

 Este es el salón, muy normalito, pero con su sofá, su tele, su mesa para comer, y todas esas cosas que llevan los salones. Ah, eso sí, y mucha luz. Que yo viví un año en un piso muy oscuro y no sabes lo que deprime eso.

 CLOC CLOC CLOC CLOC

 El baño. Uno para cuatro habitaciones así que tendrás que procurar no explayarte mucho.

 CLOC CLOC

 Tenemos dos habitaciones libres así que puedes elegir. Ésta es grande pero la ventana da al patio de luces y no es muy luminosa. Que no se yo por qué le dirán patio “de luces” si es la parte más oscura de la casa.

 CLOC CLOC

 Y esta es más pequeña, pero mira qué luz. Yo es que desde que viví en el piso oscuro ese, le doy mucha importancia a la luz. Y vamos que te enseñe la cocina que el café ya lleva mucho tiempo en el fuego.

 Unos cuantos CLOCS más y estábamos en la cocina, pequeña, pero con todo lo que tiene que tener una cocina, y mientras servía el café y me explicaba el típico rollo de alquiler/fianza/casero yo me preguntaba por qué llevaba esos tacones a las 11 de la mañana para estar por casa. No iba vestida para salir a la calle, llevaba la típica ropa de chica para estar por casa, una camiseta de tirantes blanca y unos shorts rojos, como en un anuncio de los cereales de la K especial.

 Que si quieres leche con el café.

 El preguntarme por el por qué de sus tacones me había hecho no darme cuenta de que el discurso alquiler/fianza/casero había terminado y me estaba preguntando algo.

 Bueno da igual me lo llevo todo al salón y ya está, que a cada uno le gusta el café de una forma.

 La seguí hasta el salón fijándome cómo conseguía llevar la bandeja con esos tacones sin derramar nada, como el que observa un acto circense. Cuando la bandeja intacta llegó a la mesa, se sentó y me hizo un gesto con la mano invitándome a sentarme.  Durante un segundo aparté la vista de ella mientras me sentaba, y cuando volví la mirada hacia ella, exhalaba el humo de un cigarrillo.

 No sé cómo lo había hecho, pero durante el segundo que aparté la mirada, ella había tenido tiempo de coger un cigarro, encendérselo y dar la primera calada. Y sobre la mesa no había ningún paquete de tabaco ni ningún mechero.

 No le di más vueltas, pero ese acto casi mágico me hizo sonreir, y ella me miró con cara de decir “¿qué pasa?”.

 -Nada, nada, que me gusta mucho el salón, muy luminoso.

 -¿A que sí? A mí desayunar aquí todas las mañanas me da la vida. Y por cierto, ¿De dónde eres y qué has venido a hacer aquí a Barcelona?

 -Soy de Logroño, y me he venido a Barcelona a hacer un master en Dirección de Arte.

 -¿Dirección de Arte? No sé lo que es, pero suena muy bien. Qué bien queda decir: Hola, me llamo Pepe Pérez y soy Director de Arte.

 -Un Director de Arte es el que se encarga de la imagen en la creación de un anuncio. Básicamente. ¿Y tú a qué te dedicas?

 -Yo estudio D.A.D.E

 -¿Dade? ¿Y eso es una carrera?

 -Pues no, son dos. Derecho y Administración de Empresas

 -Ah, no parece muy divertido…

 -Pues no lo es, pero es lo que hay. Es que yo soy la única de mi pueblo que tiene luces y ha llegado a sacarse la Selectividad, así que me toca estudiar eso para hacerme cargo de la cooperativa de aceite de oliva de mi pueblo.

 -Entonces cuando acabes la carrera, perdón, LAS carreras,¿te volverás a tu pueblo?

 -Pues la verdad es que después de casi cinco años aquí en Barcelona no me apetece nada volver al pueblo… pero es que todo el pueblo me espera, que los que manejan la contabilidad ya deberían haberse jubilado hace unos años, y ya te he dicho que soy la única del pueblo que sabe sumar de cabeza…

 Mientras decía esto, ella se quitó uno de los zapatos de tacón, dejándolo caer al suelo.

 CLOC

 Por debajo de la mesa, ella se masajeaba el pie que había quedado libre por le zapato, y yo no podía evitar mirarlo. Ella, al darse cuenta de que la miraba, puso expresión de avergonzada, como si la hubiera pillado a escondidas haciendo algo que no debe hacerse.

 -Uy perdona, debería de habértelo explicado nada más llegar. Llevarás todo el rato preguntándote qué coño hago con los tacones puestos a estas horas de la mañana y para estar por casa…

 -Pues la verdad es que sí que me lo estaba preguntando.

 -Es que la semana que viene tengo un desfile y me han avisado de que llevaré unos zapatos con mucho tacón, y como  no llevo zapatos altos muy a menudo así practico en casa.

 -Ah, eres modelo… ¿Y has salido en alguna revista o en algún anuncio?

 -Qué va, sólo hago pasarela. Me daría mucha vergüenza que pusieran mi cara en una parada de autobús.

 -Qué gracioso, una modelo vergonzosa.

 -Si yo esto lo hago por sacarme un dinero mientras estudio, yo no quiero ser Supermodelo ni aparecer en la portada de la Vogue.

 -Pero los desfiles también se ven en la tele.

 -Pero muy poco, de todas formas, como siempre para desfilar nos maquilla como muertos que parecemos todas iguales… A mi me da un mal rollo cuando estamos todas ya preparadas antes de desfilar, todas en fila con el mismo peinado y el mismo maquillaje de muerto, que parecemos robots clonados. Y claro, aunque pongan el desfile en la tele, a mí nadie me reconoce. Excepto mi abuela, que cada vez que sale un desfile en el Corazón de Primavera me llama diciéndome que me ha visto.

 -¿Tu abuela sí que te reconoce? Claro, es tu abuela.

 -Qué va, mi yaya en cuanto ve una pasarela en la tele siempre cree verme, como si no hubiera modelos…

 -Debe ser, por lo menos curioso, trabajar desfilando.

 -Pues no te creas, a mi no me hace mucha gracia. Llegas, no paran vestirte, desvestirte, maquillarte, peinarte, todo esto con el diseñador alrededor gritando y dando órdenes y creyéndose Christian Dior. Y luego están el resto de las modelos, de las que el noventa por ciento tienen el pavo bastante subidito porque también ellas se creen que están desfilando con Dior, y pasado mañana van a estar en la pasarela de Nueva York. Yo en los desfiles, voy a mi rollo. Llego, aguanto a que me preparen, hago el paseíllo y me voy. Si es que por mucho que me queje, que me paguen lo que me pagan por hacer el paseíllo… Siempre será mejor que pasarse de lunes a sábado doblando camisetas en un Zara por ochocientos euros.

 Antes de que acabase su resumen sobre el mundo de la pasarela, sonó un móvil al otro lado de la casa, se disculpó un momento, y fue a por el teléfono. Como se había quitado un zapato, andaba de puntillas con el pie que se había quedado libre.

 CLOC      CLOC      CLOC     CLOC

 La veía alejarse por el pasillo con esos andares de pasarela, sin notársele que llevaba un solo zapato y el otro pie desnudo. Y me di cuenta al verme reflejado en un espejo del salón, que una sonrisilla tonta dibujaba mi cara. Sin duda, esta chica de anuncio de los cereales de la K especial, era especial.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario